Fiestas de instalaciĂłn y pacto con el diablo: ÂżquĂŠ hacer?

por Richard Stallman

Las fiestas de instalaciĂłn invitan a los usuarios a llevar sus computadoras para que los expertos les instalen GNU/Linux. La intenciĂłn es promover las ideas del software libre, como tambiĂŠn el uso de programas libres. En las actuales circunstancias, en las que predomina el software privativo, estos dos objetivos entran en conflicto: los usuarios que quieran rechazar completamente el software que no es libre tendrĂĄn que elegir sus mĂĄquinas con mucho cuidado para lograrlo.

El problema consiste en que la mayorĂ­a de las computadoras no funcionan con una distribuciĂłn GNU/Linux completamente libre; la razĂłn es que contienen perifĂŠricos o coprocesadores que no funcionarĂĄn a menos que el sistema incluya algunos controladores o firmware privativos. Esto se debe a que los fabricantes de hardware se niegan a revelarnos cĂłmo se usan sus productos, de modo que la Ăşnica forma de descubrirlo es mediante la ingenierĂ­a inversa, cosa que en la mayor parte de los casos aĂşn no se ha hecho.

AsĂ­, la fiesta de instalaciĂłn se enfrenta a un dilema. Si apoya los ideales de libertad instalando Ăşnicamente el software libre que se incluye en las distribuciones 100% libres, las mĂĄquinas que son parcialmente secretas no funcionarĂĄn del todo y los usuarios que las habĂ­an llevado quedarĂĄn decepcionados. Por otro lado, si instala distribuciones y software que no son libres para que las mĂĄquinas funcionen completamente, no lograrĂĄ enseĂąar a los usuarios a decir ÂŤnoÂť en aras de la libertad. Puede que aprendan a apreciar GNU/Linux, pero no aprenderĂĄn lo que significa el movimiento del software libre. De hecho, la fiesta de instalaciĂłn hace un pacto tĂĄcito con el diablo que elimina el mensaje de libertad y justicia del movimiento del software libre.

Utilizar software que no es libre implica que el usuario sacrifique su libertad por la funcionalidad. Si los usuarios tuvieran que afrontar la decisiĂłn por sĂ­ mismos, podrĂ­an aprender una lecciĂłn moral, y quizĂĄs adquirir una computadora mejor mĂĄs adelante. Pero cuando es la fiesta de instalaciĂłn la que toma esa decisiĂłn en lugar de los usuarios, lo que hace es apartarlos de la dimensiĂłn ĂŠtica: el usuario no podrĂĄ ver que hay algo mĂĄs en juego ademĂĄs de la conveniencia. De hecho, la fiesta de instalaciĂłn hace un pacto con el diablo en nombre del usuario, a escondidas, de modo que el usuario no se entera.

Lo que propongo es que la fiesta de instalaciĂłn muestre a los usuarios cuĂĄl es exactamente el pacto que estĂĄn haciendo. Que deje que cada uno de los usuarios hable con el diablo, que sepa que se trata de un pacto con implicaciones negativas, y que luego firme el pacto ... ÂĄo lo rechace!

Como siempre, hago un llamado directamente a la fiesta de instalaciĂłn para que tome una posiciĂłn estricta e instale Ăşnicamente software libre. AsĂ­ podrĂĄ dar un claro ejemplo de ĂŠtica irreprochable al rechazar el software que no es libre.

Mi nueva idea es que la fiesta de instalaciĂłn podrĂ­a dejar que el diablo merodeara un poco por algĂşn rincĂłn de la sala principal o en una sala contigua (en realidad serĂ­a un ser humano con un cartel que dijera ÂŤEl DiabloÂť, y tal vez con una mĂĄscara o cuernos de juguete). El diablo podrĂ­a proponer la instalaciĂłn de controladores privativos en las mĂĄquinas de los usuarios para hacer que funcionen mĂĄs componentes, explicando al mismo tiempo que el costo de esto es utilizar un programa que no es libre (es decir, injusto).

La fiesta de instalaciĂłn tolerarĂ­a la presencia del diablo, pero no lo apoyarĂ­a oficialmente ni anunciarĂ­a su presencia. Por lo tanto, los usuarios que aceptasen el pacto verĂ­an claramente que los controladores privativos los instalĂł el diablo, y no la fiesta. La fiesta de instalaciĂłn no se verĂ­a ĂŠticamente comprometida por las acciones del diablo y, por lo tanto, conservarĂ­a su plena autoridad moral cuando declara que la libertad es imperativa.

Los usuarios que optaran por instalar controladores que no son libres notarĂ­an el costo moral y verĂ­an que hay personas en la comunidad que se niegan a pagarlo. DespuĂŠs de la instalaciĂłn, tendrĂ­an la oportunidad de reflexionar sobre la situaciĂłn en que sus computadoras defectuosas los colocaron y sobre cĂłmo cambiar esa situaciĂłn, en su caso en particular y en general.

La fiesta de instalaciĂłn debe asesorar a los usuarios que deseen remplazar ciertos componentes de sus mĂĄquinas por otros que sean compatibles con el software libre, e indicarles recursos comerciales o no comerciales Ăştiles para obtener una computadora enteramente funcional sin paquetes binarios ni controladores que no sean libres; uno de tales recursos es la pĂĄgina web fsf.org/resources/hw.

TambiÊn debe sugerir a estos usuarios que envíen cartas de protesta a las compaùías que fabrican o venden componentes cuyo funcionamiento depende de software que no es libre.

El diablo de la fiesta de instalaciĂłn no tiene nada que ver con el simpĂĄtico demonio de BSD, cosa que la fiesta debe dejar muy claro. No se trata de BSD sino de la diferencia entre las varias distribuciones de GNU/Linux. De hecho, el mismo enfoque podrĂ­a utilizarse para la instalaciĂłn de BSD.

El diablo serĂ­a un ser humano disfrazado para impartir una lecciĂłn moral a travĂŠs de una metĂĄfora teatral, pero no sigamos la metĂĄfora hasta el extremo. Pienso que serĂ­a mejor no decir que el usuario ÂŤvende su almaÂť si instala software que no es libre; mĂĄs bien, pierde parte de su libertad. No es necesario exagerar para que los usuarios entiendan que pagar con su libertad el precio de la conveniencia (e inducir a otros a hacer lo mismo) los coloca en una situaciĂłn ĂŠticamente intrincada.

La tarea del diablo serĂ­a instalar software que no es libre, algo que yo no apruebo, de modo que no entrarĂŠ en la discusiĂłn de los detalles prĂĄcticos. Pero no se puede confiar en un diablo, creer que pondrĂĄ lĂ­mites a su maldad. ÂżAcaso hay algo que le impida proponer la instalaciĂłn de una distribuciĂłn GNU/Linux como Ubuntu, que ofrece al usuario otros programas atractivos que no son libres ademĂĄs de aquellos estrictamente necesarios para que el hardware funcione? ÂżO incluso instalar Windows? Los organizadores de la fiesta de instalaciĂłn tienen que preguntar a algunos usuarios quĂŠ fue lo que el diablo hizo en sus computadoras.

ÂżNo serĂ­a mejor, desde un punto de vista ĂŠtico, que en la fiesta no se permitiera la presencia del diablo? ÂĄSin lugar a dudas! La FSF no permite que el diablo ande merodeando por los eventos que organiza. Pero dado el hecho de que la mayorĂ­a de las fiestas de instalaciĂłn desempeĂąan el papel del diablo calladamente, pienso que un diablo explĂ­cito serĂ­a menos perjudicial. TransformarĂ­a el dilema de la fiesta de instalaciĂłn, convertirĂ­a esa lesiva contradicciĂłn en una experiencia instructiva. Los usuarios podrĂ­an, si insisten, obtener controladores que no son libres para que sus perifĂŠricos funcionen, y luego usarĂ­an GNU/Linux sabiendo que deben tomar un paso mĂĄs hacia la libertad.